lunes, 12 de octubre de 2015

I. La Marianna


La mañana del 20 de abril de 1857, el guardián del semáforo de Diamond Harbour, señalaba la presencia de un pequeño leño, que debía haber entrado al Hugli durante la noche, sin haber hecho pedido de ningún piloto.
Parecía un velero malayo, de dimensiones extraordinarias en sus velas, cuya superficie era inmensa; no obstante el casco no era precisamente similar al de los praos, no estando provisto de batangas para apoyarse mejor sobre las olas, cuando las ráfagas aumentan de violencia, ni teniendo al centro aquel cobertizo que se llama attap. Es más estaba construida, aparentemente, con láminas de hierro antes que madera; no tenía la popa baja, la toldilla estaba desalojada y luego arqueaba tres veces más que los praos ordinarios que raramente tienen un peso de cincuenta toneladas.
Fuera lo que fuese, era un bellísimo velero, largo, afilado, que con viento largo o, mejor aún, con viento de popa, debía hilar mejor que todas las naves a vapor, que entonces poseía el gobierno anglo-indio. Era, en fin, una verdadera nave de carrera que recordaba, salvo el velamen, a los famosos leños de los violadores del bloqueo de la guerra entre el sur y el norte de los Estados Unidos de América.
Pero aquello que más debía sorprender al guardián del semáforo, era la tripulación de aquel velero, demasiado numerosa para una nave tan pequeña y también bastante singular.
Parecía que todas las razas más belicosas de la Malasia, tuviesen uno o más representantes. Había malayos de color sombrío y mirada densa; bugineses, macasares, butaneses, dayak, los famosos y terribles cortadores de cabezas de las florestas borneanas; se veían incluso negritos de Mindanao, y algunos papuanos de inmensa cabellera agrupada en torno a un peine no menos gigantesco.
Ninguno no obstante llevaba puesto el traje típico: todos llevaban sarong, aquel pedazo de tela blanca que desciende hasta la rodilla, y kabaya, especie de chaqueta bastante larga, de colores variados, que no impide ningún movimiento.
Solamente dos, que quizá eran los comandantes del velero, llevaban puesta ropas diferentes y de una riqueza inaudita.
Uno, que en el momento en el cual el leño pasaba delante de Diamond Harbour, estaba sentado sobre un ancho cojín de seda roja, colocado cerca de la caña del timón, era un espléndido tipo de oriental.
Era un hombre de estatura alta, estupendamente desarrollado, con una cabeza bellísima, aún cuando la piel estuviese bastante bronceada, con una cabellera espesa, rizada, negra como el ala de un cuervo, que le caía sobre los hombros y dos ojos que parecían tener dentro fuego.
Vestía a lo oriental, con casaca de seda azul con bordados de oro, amplias mangas y botones de rubíes, pantalones anchos y largas botas de piel amarilla con punta realzada.
En la cabeza llevaba un pequeño turbante de seda blanca, con penacho terminado por un diamante grande casi como una nuez y ciertamente de un valor inestimable.
Su compañero en cambio, que estaba apoyado a babor, arrugando nerviosamente una carta, era un europeo de estatura también alta, de facciones finas, aristocráticas, con ojos azules y dulces, y los bigotes negros que comenzaban ya a encanecerse, aún cuando pareciese más joven que el otro.
Vestía con mucha elegancia, pero no a lo oriental: casaca de terciopelo marrón, con botones de oro, estrechada a los costados por una ancha faja de seda roja, pantalones de brocado y polainas de piel amarilla con hebillas de oro. Sobre la cabeza, en vez del turbante, llevaba un amplio sombrero de paja de Manila, con algunos pompones de seda roja colgados del lazo.
Ya el velero estaba por pasar delante de la casita blanca y del mástil de las señales, junto al cual estaban los dos guardianes del faro y dos pilotos, en espera de un pedido, cuando el europeo, que hasta ahora parecía que no se hubiese dado cuenta aún de la proximidad de la estación, se volvió hacia el compañero, que parecía inmerso en profundos pensamientos.
—Sandokan —le dijo—, estamos dentro del río y aquella es la estación de los pilotos. ¿No tomaremos unos?
—No quiero ningún curioso a bordo de mi leño, Yanez —respondió el interrogado, alzándose y volviendo una mirada distraída hacia la estación—. Sabremos encontrar Calcuta también sin pilotos.
—Sí —dijo Yanez, después de un momento de reflexión—. Mejor conservar el incógnito. No se sabe nunca: una indiscreción puede poner en sospecha a aquel bandido de Suyodhana.
—¿Cuándo llegaremos a Calcuta, tú que la has visitado otras veces?
—Antes del ocaso ciertamente —respondió Yanez—. La marea sube y la brisa es siempre favorable.
—Estoy impaciente por volver a ver a Tremal-Naik. ¡Pobre amigo! ¡Perder a su mujer primero, y ahora a la hija!
—Se la arrebataremos a Suyodhana: veremos si vencerá el Tigre de la India o el de Malasia.
—Sí —dijo Sandokan, mientras un rayo le relampagueaba en la mirada y su frente se fruncía borrascosamente—. Se la arrebataremos, aunque debamos desbaratar la India entera y ahogar a todos aquellos perros de los thugs en sus misteriosas cavernas. ¿Nuestro despacho habrá llegado a Tremal-Naik?
—Un telegrama va siempre a su destino; no temas, Sandokan.
—¿Así pues nos esperará?
—Pienso no obstante que sería mejor advertirle que hemos ya entrado en el Hugli y que esta noche estaremos en Calcuta. Nos mandará al encuentro a Kammamuri para ahorrarnos la molestia de buscar habitación.
—¿Hay alguna oficina telegráfica a lo largo del río?
—Aquella de Diamond Harbour.
—¿La estación de los pilotos que ya hemos sobrepasado?
—Sí, Sandokan.
—Ya que estamos aún a la vista, pongámonos en facha; haz separar un bote y mandemos a alguien. Un retraso de media hora no será una gran pérdida. Y luego pienso que quizá la casa de Tremal-Naik puede ser espiada por los thugs.
—Admiro tu prudencia, Sandokan.
—Escribe entonces, amigo mío.
Yanez arrancó una hoja de papel de su cuadernillo, retiró de un bolsillo un lápiz y escribió:
A bordo de la Marianna.
Sr. Tremal-Naik.
Calle Dharmatala.

Hemos entrado esta mañana en el Hugli y llegaremos esta noche. Envíanos al encuentro a Kammamuri.

Nuestra nave enarbola la bandera de Mompracem.
Yanez de Gomera.
—Eso es todo —dijo, mostrando la hoja de papel a Sandokan.
—Está bien —respondió—. Mejor tu firma que la mía. Los ingleses pueden aún acordarse de mí y de mis correrías.
Un bote montado por cinco hombres había sido ya calado al agua, mientras el velero se había puesto en facha a media milla de Diamond Harbour.
Yanez llamó al timonel de la pequeña chalupa y le entregó la tarjeta, conjuntamente con una libra esterlina, diciéndole:
—Ni una palabra sobre nosotros, y habla portugués. El capitán soy yo por el momento.
El timonel, un bello tipo de dayak, alto y robustísimo, alcanzó rápidamente el bote que se hizo inmediatamente a la mar, dirigiéndose hacia la estación de los pilotos.
Media hora después había de regresar anunciando que el despacho había sido ya enviado a destino.
—¿No te han alborotado con ninguna pregunta los guardianes del semáforo? —preguntó Yanez.
—Sí, capitán Yanez; pero he permanecido mudo como un pez.
—Buenísimo.
El bote fue rápidamente izado y suspendido de las grúas, luego la Marianna reanudó su carrera, manteniéndose casi en medio del río.
Sandokan se había vuelto a acostar sobre su cojín de seda sumergiéndose en profundos pensamientos mientras Yanez, habiendo encendido un cigarrillo, se había apoyado nuevamente en la amura de popa, mirando distraídamente las dos orillas.
Inmensas junglas formadas por bambú, altos de quince y más metros, se extendían a diestra y siniestra del imponente río, cubriendo aquellas tierras bajas y fangosas, que se llamaban los Sundarbans del Ganges; refugio favorito de los tigres, rinocerontes, serpientes y cocodrilos.
Un número infinito de aves acuáticas hacía volteretas sobre las rhizophoras que cubrían las orillas, pero ningún habitante se veía.
Ardeidas gigantes, las grandes cigüeñas negras, ibis negros, y feísimos y colosales marabúes argala, alineados como soldados sobre las ramas curvas de los mangles, tomaban su baño matutino, desplumándose recíprocamente; mientras en lo alto bandadas de patos brahmánicos, cormoranes y fochas se perseguían y divertían alegremente, para precipitarse luego todos al agua en el momento en que alguna banda de mangos, aquellos deliciosos peces amarillos del Ganges, cometían la imprudencia de mostrarse.
—Hermosos lugares para la caza, pero feo país —murmuraba Yanez, que poco a poco se interesaba en aquellas orillas—. No valen estas junglas lo que las majestuosas florestas de Borneo, y ni siquiera lo que las de Mompracem. Si estos son los lugares habitados por los thugs de Suyodhana, no los envidiaría ciertamente. Cañas, espinas y pantanos: espinas, pantanos y cañas. He aquí el delta del sagrado río de los hindúes. Y nada ha cambiado aún de cuando he visitado la India. Indudablemente los ingleses no se preocupan más que de esquilmar lo mejor que pueden a los pobres indios.
La Marianna continuaba avanzando siempre rápidamente, sin embargo las dos orillas no indicaban cambios, al menos la derecha. Sobre la opuesta en cambio comenzaba a aparecer algún grupito de mezquinas cabañas, con las paredes de fango desecado y los techos de hojas sombreadas por algún grupo de cocoteros medio entristecidos, y por algún colosal bay-rum de tronco enorme y follaje profundo y denso.
Yanez estaba al punto observando una de aquellas miserables aldeas, defendidas hacia el río por una empalizada, para salvaguardar a los habitantes de los ataques de los cocodrilos, cuando Sandokan se le acercó, diciéndole:
—¿Son éstos los pantanos habitados por los thugs?
—Sí, hermanito mío —respondió Yanez.
—¿Aquella será una de sus cuevas o algún puesto de observación? ¿No ves allá abajo, entre las cañas erguirse una especie de torre que parece de madera?
—Es uno de los asilos para los náufragos —respondió Yanez.
—¿Erguido por quién?
—Por el gobierno anglo-indio. El río es más peligroso de lo que crees, hermanito mío, a causa de los enormes bancos de arena que la fuerza de la corriente desplaza continuamente, de modo que los naufragios son más frecuentes aquí que en el mar. Puesto que las orillas están pobladas de animales feroces, entonces son erguidas en varios lugares torres de refugio para los náufragos, a las cuales se accede mediante una escalera de mano que se puede retirar.
—¿Y qué contienen aquellas torres?
—Víveres que son renovados todos los meses por apropiados vapores.
—¿Tan peligrosas son entonces estas orillas? —preguntó Sandokan.
—Están infestadas de bestias salvajes y nada pueden ofrecer al desgraciado que las arriba. ¿Crees que detrás de aquellos mangles no hay tigres que están espiándonos? Son más audaces que los que habitan nuestras florestas, porque a menudo osan meterse al agua y asaltar a los pequeños veleros de repente, llevándose algún pobre marinero.
—¿Y no piensan destruirlos?
—Los oficiales ingleses hacen a menudo batidas; son no obstante tan numerosas aquellas fieras, que hasta ahora no dan señas de disminuir.
—Me viene una idea, Yanez —dijo Sandokan.
—¿Cuál?
—Te la comunicaré esta noche, cuando hayamos visto al pobre Tremal-Naik.
El prao pasaba en aquel momento delante de la torre señalada que surgía sobre el margen de un islote pantanoso, dividido de la verdadera jungla por un canalizo.
Era una construcción robusta, aún cuando estuviera formada por tablones y bambú, alta de casi seis metros y de formas regordetas. La entrada se abría hacia la parte superior y no ya a la planta baja, y se llegaba con una escalera de mano. Una inscripción, repetida en cuatro idiomas, en francés, alemán, inglés e hindi, recomendaba a los náufragos hacer economía con los víveres contenidos en la torre, advirtiendo que el barco de aprovisionamiento no llegaba más que una vez al mes.
Náufragos no había en aquel momento. Solamente algunas parejas de marabúes dormitaban en la parte superior, con la cabeza hundida en los hombros y el enorme pico semiescondido entre las plumas del pecho.
Seguramente estaban digiriendo algunos cadáveres de indios, encallados sobre aquellas orillas.
Fue solamente después del mediodía que las dos orillas comenzaron a mostrarse un poco más pobladas, aún cuando la jungla se extendiese siempre sobre una superficie inmensa, con sus hierbas gigantescas de color amarillo, y sus planicies monótonas, interrumpidas por lodo y por charcos, sobre cuya apagada uniformidad destacaban, en cambio, vivazmente las flores del loto.
Los habitantes aparecían de vez en cuando sobre aquellas orillas, impregnadas de fiebres y cólera, atentos en recoger la sal en las eflorescencias naturales de aquellos terrenos pantanosos, y en las bateas cuadradas y de fondo de arcilla, a las cuales se conduce el agua por medio de diques.
Eran pobres malangi, desnudos, enjutos, es más, casi demacrados, temblando de fiebre y que se asemejaban a chicos enfermizos, antes que a hombres, de tan bajos de estatura y poco desarrollados que eran.
Milla a milla que el prao ganaba, también sobre el río la vida se volvía más activa. Los pájaros se volvieron raros y solo los martín pescador, acurrucados sobre las cimas de las cañas, hacían oír su monótono “cri... cri... cri...” Se sucedían en cambio las barcas que indicaban la proximidad de la opulenta capital de Bengala. Bagalas, moor-punkee, pinazas y también ghrab de buen tonelaje, atravesaban o descendían el río, bien cargados de comestibles, y algún vapor hilaba a lo largo de las orillas, maniobrando con precaución.
Hacia las seis, Yanez y Sandokan, que se habían colocado a proa, divisaron entre una nube de humo, las altas cimas de las pagodas de la Ciudad Negra, o sea la ciudad india de Calcuta y los bastiones imponentes del fuerte William.
Sobre la orilla derecha, bungalows y palacetes graciosos, de arquitectura inglesa mezclada con india, comenzaban a aparecer en gran número, alineados detrás de graciosos jardincitos sombreados por grupos de bananos y cocoteros.
Sandokan había hecho desplegar sobre el mastelero mayor la bandera de Mompracem, toda roja con una cabeza de tigre con la boca abierta en medio; retirar a buena parte de la tripulación, y cubrir las dos grandes espingardas de popa y las dos de proa.
—¿Kammamuri vendrá? —estaba preguntando a Yanez, que estaba al lado con el eterno cigarrillo en la boca, mirando las barcas que se cruzaban en todos los sentidos, cuando el europeo extendió la mano derecha hacia la orilla derecha, exclamando:
—He aquí al fiel y valiente servidor de Tremal-Naik. ¿Ves Sandokan aquella chalupa que lleva a popa la bandera de Mompracem?
Sandokan había seguido con la mirada la dirección indicada por el compañero, y vio en efecto un pequeño, pero elegantísimo feal charra, de formas esbeltas, con la proa adornada con una cabeza de elefante dorada, montada por seis remeros y un timonel, y sobre cuya popa ondeaba la bandera roja con la cabeza de un tigre.
Avanzaba rapidísimo, entre los ghrab navegantes y las pinazas que obstruían el río, apuntando al prao que se había de súbito puesto en facha.
—¿Lo ves? —dijo Yanez con voz alegre.
—Los ojos del Tigre de la Malasia no están aún debilitados —respondió Sandokan—. Es él que está sentado al timón. Haz arrojar la escala, mi querido portugués. Finalmente sabremos cómo aquel perro de Suyodhana ha logrado raptar a la hija del pobre Tremal-Naik.
El feal charra en pocos minutos superó la distancia, y abordó el prao a babor, bajo la escala que mientras tanto había sido bajada.
Mientras los remeros retiraban los remos y ligaban la chalupa, el timonel subió la escala ágil como un simio y brincó sobre la toldilla, exclamando con voz conmovida:
—¡Señor Sandokan! ¡Señor Yanez! ¡Ah! ¡Qué feliz estoy de volverlos a ver!
Aquel hombre era un bello tipo de indio de treinta o treinta y dos años, más bien alto de estatura, de facciones bellas, finas y al mismo tiempo enérgicas, con el cuerpo más vigoroso que los bengalíes que normalmente son delgados.
Su rostro bastante bronceado tenía reflejos de latón y destacaba vivamente en la vestimenta blanca, mientras los pendientes que llevaba en las orejas le daban un no sé qué de gracioso y extraño.
Sandokan devolvió la mano que el indio le ofrecía y lo atrajo entre los brazos, diciéndole:
—Aquí, sobre mi pecho, mi valeroso maratí.
—¡Ah! ¡Mi señor! —exclamó el indio con voz quebrada, mientras palidecía por la emoción.
Yanez, más calmo y menos expresivo, le dio un vigoroso apretón de manos, diciendo:
—Este vale como un abrazo.
—¿Y Tremal-Naik? —preguntó Sandokan, con ansiedad.
—¡Ah! ¡Mi señor! —dijo el maratí, mientras un sollozo le hacía un nudo en la garganta—. ¡Temo que mi amo enloquezca! ¡Los malditos se han vengado!
—Relatarás todo dentro de poco —dijo Yanez—. ¿Dónde debemos anclar?
—No arroje el ancla delante de la explanada del fuerte, señor Yanez —dijo el maratí—. Estamos siendo vigilados por los thugs: y aquellos miserables deben ignorar su arribo.
—Remontaremos el río hasta donde tú quieras.
—Más allá del fuerte William, delante de la Strand. Mis bateleros se encargarán de guiarlos.
—¿Pero cuándo podremos volver a ver a Tremal-Naik? —preguntó Sandokan con impaciencia.
—Después de la medianoche, cuando la ciudad esté adormecida. Debemos ser prudentes.
—¿Puedo fiarme de tus hombres?
—Son todos hábiles marineros.
—Hazlos subir a bordo y confíales la dirección del prao, luego ven a mi camarote. Quiero saber todo.
El maratí con un silbido hizo acudir a sus hombres, intercambió con ellos algunas palabras, luego siguió a Sandokan y a Yanez al salón de popa.

ACLARACIONES DE LA TRADUCCIÓN

¡Y llegamos nomás a la cuarta novela!

Salgari en una oración nuevamente hace referencia a la Guerra de Secesión (“...guerra entre el sur y el norte de...”). Al momento en que transcurre la historia —abril de 1857— todavía no había tenido lugar el conflicto —abril de 1861 a abril de 1865—, sin embargo, ya había terminado cuando la novela fue escrita en 1904.

Cuando Salgari describe al mango del Ganges, dice que es rojo, cuando en realidad es amarillo, así que ajusté la traducción.

A continuación dejo las aclaraciones de la traducción —muy numerosas en este capítulo, Salgari se despachó con el diccionario entero—, incluyendo muchas de las que escribí para las anteriores novelas, y que voy a repetir de ser necesario, para facilitar la lectura.

Semáforo: En este caso se trata del telégrafo óptico de las costas, para comunicarse con los buques por medio de señales.

Diamond Harbour: “Diamond-Harbour” en el original, es una ciudad de la India en el estado de Bengala Occidental.

Hugli: “Hugly” en el original, es un río que conforma el tramo final del Ganges, hasta la desembocadura en el golfo de Bengala.

Praos: “Prahos” en el original, son embarcaciones malayas de poco calado, muy largas y estrechas.

Batangas: “Bilancieri” en el original, son los refuerzos de cañas gruesas de bambú que llevan a lo largo de los costados las embarcaciones filipinas.

Attap: Paja hecha en el sudeste asiático con las hojas de la palmera Nypa (también llamada “attap”). La palabra proviene del malayo “atap” y significa “techo, paja”.

Toldilla: “Tolda” en el original, es la cubierta parcial que tienen algunos buques a la altura de la borda, desde el palo mesana al coronamiento de popa.

Arquear: Medir la cabida de una embarcación.

“...tienen un peso de...”: “...hanno una portata di...” en el original, en realidad hace referencia al peso muerto (“portata lorda”) del barco. Es la medida para determinar la capacidad de carga sin riesgo y se expresa en toneladas métricas (masa).

Viento largo: Viento que sopla desde la dirección perpendicular al rumbo que lleva la nave, hasta la popa, y es más o menos largo según se aproxima o aleja más a ser en popa.

Malayos: Individuos de piel muy morena, cabellos lisos, nariz aplastada y ojos grandes, pertenecientes a un pueblo que habita en la península de Malaca, de donde se les cree oriundo, en las islas de la Sonda, y en otras áreas cercanas.

Bugineses: “Bughisi” en el original, es un grupo étnico conformado por 6 millones de personas, principalmente, de las provincias de Célebes Meridional, la tercera más grande de Indonesia.

Macasares: “Macassaresi” en el original, son los habitantes de Macasar, la capital y mayor ciudad de la provincia de Célebes Meridional, en Indonesia. Se encuentra al sur de la isla de Célebes, en el estrecho de Macasar.

Butaneses: “Battiasi” en el original. No encontré una referencia directa, pero creo no equivocarme en traducirlo como habitantes de Bután, país del sur de Asia ubicado en la cordillera del Himalaya. La única referencia es al reino de “Battia”, que bordeaba el imperio Mongol, hacia el norte de India, cerca de Nepal. Justamente coincidente con la actual ubicación del reino de Bután.

Dayak: Es un término geográfico que no denomina con exactitud a una etnia o tribu, pero sí distingue a la gente indígena de la demás población malaya que habita en las zonas costeras de la isla de Borneo.

Negritos: “Negriti” en el original de Salgari. Los negritos son varios grupos étnicos aislados del Sudeste de Asia considerados a veces dentro del grupo racial negroideo del australoide, sobre cuyos territorios llegaron más recientemente oleadas de pueblos asiáticos. Comúnmente se les considera la población más antigua del Sudeste de Asia.

Mindanao: Es la segunda isla más grande del archipiélago de las islas Filipinas, en el océano Pacífico. También es la más oriental. Históricamente se la conoce como “Gran Molucas”.

Papuanos: “Papuaso” en el original, son los originarios de Papúa, provincia de Indonesia ubicada en la isla de Nueva Guinea, la segunda isla más grande del mundo.

Sarong: Pieza larga de tejido, que a menudo se ciñe alrededor de la cintura y que se lleva como una falda tanto por hombres como mujeres en amplias partes del sureste asiático excluyendo a Vietnam, y en muchas islas del Pacífico.

Kabaya: “Kabay” en el original, es “vestido” en malayo.

Caña del timón: “Ribolla del timone” en el original, es la palanca encajada en la cabeza del timón y con la cual se maneja.

Brocado: Dicho de una tela: Entretejida con oro o plata.

Polainas: Especie de media calza, hecha regularmente de paño o cuero, que cubre la pierna hasta la rodilla y a veces se abotona o abrocha por la parte de afuera.

Manila: “Manilla” en el original, en Nicaragua se le dice a la fibra de cáñamo utilizada como cuerda.

Sandokan: Para los que leyeron ya aventuras de Sandokan en castellano quizá les parezca extraño leer así el nombre y no “Sandokán”. Preferí mantener el original de Salgari. Así como la isla Mompracem tiene aparentemente un origen real, hay quienes sostienen que Sandokan también existió y fue un noble que vivió en el S.XIX en Borneo. El nombre puede ser una derivación de Sandakan, la segunda mayor ciudad del estado de Sabah, Malasia, al norte de la isla Borneo.

Yanez: Para los que leyeron ya aventuras de Sandokan en castellano quizá les parezca extraño leer así el nombre y no “Yáñez”. Preferí mantener el original de Salgari. Según Antonio Palermo, Salgari utilizó referencias del Diario de a bordo del primer viaje de Cristóbal Colón. Tomó el segundo nombre de Vicente Yáñez Pinzón, capitán de La Niña y el nombre de una de las 8 islas principales que forman el archipiélago de las Canarias, La Gomera, primera parada del viaje. Por lo tanto, el nombre de Yanez es bien español y para nada portugués. Como detalle, algunas ediciones portuguesas de las novelas de Sandokan, nombran a su hermanito como Eanes de Gomes, donde Eanes es Yáñez en portugués y Gomes, un apellido típico lusitano.

Calcuta: “Calcutta” en el original, es la ciudad capital del estado indio de Bengala Occidental al oeste de India.

Thugs: Miembros de la fraternidad secreta de los estranguladores, adoradores de la diosa Kali.

Ponerse en facha: “Mettere in panna” en el original, es parar el curso de una embarcación por medio de las velas, haciéndolas obrar en sentidos contrarios.

Calle Dharmatala: “Via Durumtolah” en el original, era el nombre de la actual calle Lenin Sarani en el barrio Dharmatala, en el centro de Calcuta.

Mompracem: “Es relevante subrayar que la isla de Mompracem (...), aparece en numerosas cartas geográficas antiguas y, en particular, en la carta de E von Stulpnagel (Hand Atlas de Adolf Stieler, 1873). Las modernas cartas, sin embargo, nada indican respecto de la ubicación de la isla. Rolando Jotti y Giulio Raiola, viajeros y estudiosos de Salgari, después de una larga búsqueda creyeron identificar en Kuraman a la antigua Mompracem, pero, con respecto a la posición original, es necesario tener en cuenta que las viejas cartas no eran precisas, debido a los métodos de detección aproximados.” (Giuseppe Cantarosa, en el prólogo de la edición de Fabbri Editor de “Le Tigri di Mompracem”). La isla Kuraman es una pequeña isla tropical que pertenece a Malasia en el mar de la China, cerca de la isla de Labuan. Una nueva investigación publicada en el libro “La riconquista di Mompracem. L’isola che c’era” (Fabio Negro, 2011) sugiere que la ubicación de la isla se corresponde con una barrera coralina sobre la costa occidental de Brunéi y que habría desaparecido como consecuencia de la erupción del Volcán Krakatoa en 1883.

Millas: 1 mi = 1,609344 km. Por lo tanto, 0,5 mi equivalen a 0,80 km.

Timonel: Persona que gobierna el timón de la nave.

Chalupa: Embarcación pequeña, que suele tener cubierta y dos palos para velas.

Amura: “Murata” en el original, es la parte de los costados del buque donde éste empieza a estrecharse para formar la proa.

Sundarbans: “Sunderbunds” en el original, es parte del golfo de Bengala y constituye el bosque más grande de manglar (hábitat formado por árboles tolerantes a la sal) del mundo. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997. Se extiende a través de Bangladés y la India abarcando 139.500 ha.

Ganges: “Gange” en el original, es un importante río que recorre el oeste de India de norte a sur. Nace en el Himalaya y desemboca formando el mayor delta del mundo, en el golfo de Bengala. Considerado sagrado, a sus aguas suelen arrojarse los cuerpos enteros de personas, lo que genera gran contaminación.

Rhizophoras: Género de árboles tropicales pertenecientes a la familia Rhizophoraceae que viven en áreas que se inundan diariamente con las mareas de los océanos y se han adaptado con raíces aéreas que se elevan sobre la planta sobre el agua para conseguir respirar oxígeno mientras sus raíces se encuentran sumergidas. También tienen elementos moleculares que eliminan el exceso de sal de sus células.

Ardeidas: “Airone” en el original, el nombre científico es “Ardeidae”. Son una familia de aves pelecaniformes que incluye más de 60 especies, conocidas genéricamente como garzas. Seguramente se trate de la “Garza real” o “Ardea cinerea” de 90 a 100 cm de altura, con una envergadura de 1,75 a 1,95 m, un peso de 1 a 2 kg y plumaje gris arriba y blanco debajo.

Ibis negro: “Ibis brune” en el original, corresponde al “Pseudibis papillosa”, especie de ave pelecaniforme de la familia Threskiornithidae de Pakistán e India.

Marabú Argala: “Arghilach” en el original, es una especie de ave (Leptoptilos dubius) perteneciente al género de los marabúes. Son carroñeros de gran tamaño y actualmente están en peligro de extinción. “Argala” (y “Hargile” en inglés) deriva de la palabra bengalí “hāṛa gilē”, que significa “traga huesos”.

Mangles: “Paletuvieri” en el original, son arbustos de la familia de las Rizoforáceas, de tres a cuatro metros de altura, cuyas ramas, largas y extendidas, dan unos vástagos que descienden hasta tocar el suelo y arraigar en él, con hojas pecioladas, opuestas, enteras, elípticas, obtusas y gruesas, flores axilares de cuatro pétalos amarillentos, fruto seco de corteza coriácea, pequeño y casi redondo, y muchas raíces aéreas en parte. Es propio de los países tropicales, y las hojas, frutos y corteza se emplean en las tenerías.

Patos brahmánicos: “Anitre braminiche” en el original, es el nombre con el cual se conoce al “tarro canelo” (Tadorna ferruginea) en la India.

Cormorán: “Marangoni” en el original, también llamado “cuervo marino” es un ave palmípeda del tamaño de un ganso, con plumaje de color gris oscuro, collar blanco, cabeza, moño, cuello y alas negros, patas muy cortas y pico largo, aplastado y con punta doblada. Nada y vuela muy bien, habita en las costas y alguna vez se la halla tierra adentro.

Focha: “Folaghe” en el original, otro de los nombres con que se conocen a las gallaretas. Es un ave de la familia Rallidae.

Mangos [...] del Ganges: Se trata del Polynemus paradiseus, perteneciente a la familia de los barbudos o Polynemidae. Son de color amarillo dorado, pueden alcanzar los 30 cm y se encuentran a lo largo de la costa de la India y en la desembocadura del Ganges.

Borneo: Es la tercera mayor isla del mundo, ubicada en el sudeste de Asia. Está dividida en el sultanato de Brunéi y los países de Malasia e Indonesia.

Bay-rum: “Rum” en el original, es otro nombre con el que se conoce a la “malagueta”, árbol de la familia Myrtaceae, oriundo de las Antillas y la Guayana y también en Oceanía, de cuyas hojas se obtienen aceites esenciales, muy aromáticos, destilados con ron.

Canalizo: “Canaletto” en el original, es un canal estrecho entre islas o bajos.

Hindi: “Indostano” en el original, es una lengua descendiente del sánscrito y usada en la India.

Loto: Nombre vulgar de las nelumbonáceas, hierbas acuáticas perennes.

Eflorescencia: Conversión espontánea en polvo de diversas sales al perder el agua de cristalización.

Malangi: “Molanghi” en el original, es una tribu que habita en el Sundarbans. También se los refiere como “trabajadores de la sal”.

Martín pescador: Pájaro de unos 15 cm desde la punta del pico hasta la extremidad de la cola y 30 de envergadura, con cabeza gruesa, pico largo y recto, patas cortas, alas redondeadas y plumaje de color verde brillante en la cabeza, lados del cuello y cobijas de las alas, azul en el dorso, las penas y la cola, castaño en las mejillas, blanco en la garganta y rojo en el pecho y abdomen. Vive a orillas de los ríos y lagunas y se alimenta de peces pequeños, que coge con gran destreza.

Bagalas: “Bangle” en el original, es un tipo tradicional de barco árabe de navegación de mar abierto, con dos mástiles y dos o tres velas. El nombre viene de “baghla” en árabe que significa “mula”.

Moor-punkee: “Mur-punky” en el original, es un tipo de embarcación de placer de la India con un pavo real como mascarón de proa. Viene del hindú “morpankhi”, literalmente “cola de pavo real (mor)”.

Pinazas: “Pinasse” en el original, es una embarcación construida totalmente de madera de pino, pequeña y movida a remo y vela, capaz de desarrollar una velocidad considerable.

Ghrab: “Grab” en el original, es uno de los varios tipos de dhow (embarcación a vela de origen árabe).

Ciudad Negra: O “Black Town” en inglés, era el nombre con el que a mediados del S.XIX se conocía en Calcuta al área habitada por los indios, ubicada al norte de la ciudad.

Fuerte William: Construido en 1758, está ubicado en la orilla este del Río Hugli en Calcuta. Lleva el nombre del rey Guillermo III de Inglaterra e Irlanda y II de Escocia. Está en frente del Maidan, el mayor parque urbano de la ciudad.

Bungalows: Voz inglesa de “bungaló”, una casa pequeña de una sola planta que se suele construir en parajes destinados al descanso. El origen de la palabra hace referencia a “bengalí” y puede ser tomado como “casa en el estilo bengalí”.

Mastelero mayor: “Alberetto maestro” en el original, también llamado “mastelero de gavia”, es el palo o mástil menor que se pone en los navíos y demás embarcaciones de vela redonda sobre cada uno de los mayores, asegurado en la cabeza de este, que va sobre el palo mayor y sirve para sostener la verga y vela de gavia.

Espingarda: Escopeta de chispa y muy larga.

Feal charra: “Fylt-sciarra” en el original, es un tipo de embarcación de placer de la India que tiene una cabeza de elefante como mascarón de proa.

Maratí: “Maharatto” en el original y traducido generalmente como “maharata”. La mejor traducción que encontré fue “maratí” (pero puedo haberme equivocado, acepto sugerencias), que para el Diccionario de la lengua española significa: Se dice de la lengua índica septentrional hablada en el Estado de Maharashtra, en la India.

Strand: Calle de la ciudad de Calcuta que corre sobre la margen este del río Hugli y lleva al fuerte William.

Bateleros: Personas que gobiernan el batel.

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